No hablaré hoy del destino y las relaciones sentimentales de
una pareja; pero creo que frecuentemente nos hemos topado con algunas
situaciones que describiré a continuación.
Hace poco conversaba con un amigo, no muy amigo en realidad,
pero dada la antigüedad de nuestras conversaciones, favores hechos, aunque con pocos
puntos en común, creo que puedo llamarlo como tal. El día que lo encontré me
preguntó sobre algún regalo que pudiera hacerle a su pareja por ya haber
cumplido dos años juntos, así recordé su rara historia.
Lo conozco hace ya bastante tiempo, se puede decir que él
era el típico estudiante que podía pasar varios días seguidos con alcohol y
nicotina, junto al desenfrenado deseo de conocer más chicas, y de hecho con
mucha destreza para hacerse popular entre ellas, pero a su vez con gran “habilidad”
para no entablar alguna relación estable con alguna. En fin, “R”, era un tipo
que siempre encontrarás estés donde estés.
Extrañamente él tenía el anhelo de dejar sus vicios al
madurar, y al tener un trabajo estable, enamorarse y formar una familia en el
futuro, aunque veía esto como una obligación, obligación derivada de un miedo
muy frecuente en tantas personas: La soledad.
Esa soledad no era ajena a tipos como “R”, a pesar de
conocer tantas chicas, me presentó a dos chicas, con las que estuvo largo
tiempo; y siendo aparentemente ambas chicas responsables, buenas personas, y
mostrando un gran interés, lo terminaron dejando por motivos que desconozco.
Así que tras esos sucesos no era novedad, que él recurriera mucho más a sus
vicios que a su razón.
Es así que en una de sus salidas de fin de semana conoce a
“V”, una chica como él, de humor similar, gustos, manías y hasta la forma de
reír era tan similar que la del tipo en cuestión. Se hicieron amigos casi
inseparables; con el tiempo “V”, mostró mucho interés por “R”, era como si Fiona hubiera encontrado a Shrek,
creo que es lo más parecido a lo que
podría comparar esa relación, ella ese veía muy feliz y haciéndolo saber a casi
todo su entorno, no sería nada raro que él hubiera tenido un affaire con ella,
pero siempre despreciando toda señal de romanticismo que había demostrado su ya
recurrente amiga.
“R” había dicho muchas veces que físicamente “V” no estaba
dentro de sus “cualidades predilectas de la chica que buscaba”, temía mucho la
opinión de los demás, (en realidad sólo la opinión masculina) y no era para
menos, a él le era muy sencillo invitar a salir a cualquier chica y ser
correspondido, tenía mucha fluidez para conversar con chicas superficialmente
bellas; así que siempre tuvo en mente encontrar una que supere en cualidades
físicas a la anterior.
El dinero no puede comprar el amor, es algo ya muy repetido,
y no de comerciales referentes con una de las más longevas tarjetas de crédito;
pero en esta situación influyo demasiado. “V”, en palabras de “R”, no era una
chica muy agraciada o simpática, buena persona sí, no del todo, pero con la
experiencia encima de malos amores, seudo amores por estación, por no decir de
fines de semana, al igual que su amado; se podría decir que ella empezó a
conquistarlo a él, ¿cómo?, con una gran debilidad: sus hobbies… Cuando ella se
enteró todo lo que le gustaba a él no dudo en regalárselo, cumpliendo casi
cualquier capricho que él pidiera, pero siempre señalándo él a ella que no
podían ser nada más.
Para muchos, me incluyo, lo hobbies son parte esencial de la
vida, y si algo o alguien influye de manera que pueda mejorar o sacar más
provecho a ellos tendrá un gran agradecimiento. A veces la gente busca su
opuesto complementario, su alma gemela su fruta cítrica equivalente, o
simplemente alguien más para llenar su soledad; en este caso el materialismo aplicado
a un pasatiempo pudo más que las ideas con las que alguien pueda haber crecido.
Eran tal para cual, pero era casi imposible que su amistad
diera un paso más, la chica le confesó su amor, más de una vez, en dramas
apreciados por ajenos... Hasta que un día decidió dejarlo, (sabia decisión, por
mucha humillación recibida); pasaron algunos días, y él la busco dándose cuenta cuánto
había hecho ella por él, formalizando su relación, con dudas propias, de ella y
la del resto de personas que conocimos su historia.
“R” decía que la quería bastante, pero que no sabía si era
suficiente aquello para que tal relación funcionara a futuro, y en sus propias
palabras la quería “con el corazón, pero no con sus sentidos”. Es esa una de
las grandes diferencias y puntos de quiebre de la mayoría de parejas. Para
alguien como él era más fácil ver una chica “linda”, enamorarse, desear, tocar
y atarse, para después conocer su forma
de pensar, carácter y tipo de personalidad.
Si no son los medios, son las personas del entorno que
traten de imponer que tipo de persona debas tener al lado, pero si tantas
relaciones iniciaron de los “sentidos y luego al corazón", ¿por qué no pasaría lo contrario? Las personas que confiesan
haber tenido uno o más amantes no serán ajenas en algún momento a decir que un
amante no haya llegado a tener un lugar importante en sus vidas, fuera de su
búsqueda de placeres, pues es natural
que a veces los sentidos dominen al corazón, jugando muchas veces con éste, así como
sería inevitable y con un poco de razón y tiempo que el corazón influya sobre
los sentidos llegando a formar relaciones estables, incluso más que las
primeras, como la pareja ya señalada hasta la fecha.